Por Jessica Paola Fierro
El tema que voy a tratar a lo largo de este artículo es el
cambio de género o mejor dicho, la transexualidad, la cual está introduciéndose
más en la cotidianidad. Según American Psychologycal Association (APA), la
transexualidad se encontraba en la
categoría de trastornos de identidad
sexual, ahora el manual lo conserva como “disforia de género”, pero muchas
personas piensan que hace parte de un nuevo género, “el tercer género”, por
otra parte algunos piensan que una persona transexual, es una persona gay, o
que es lo mismo que un travesti, lo cual no es así, un travesti es aquel que se
viste o le gusta lucir como mujer, un
transexual es aquel que hace tratamientos para cambiar su género, se
operan sus genitales, bien sea hombre o mujer, incluyendo las mamas, o inyectándose
testosterona en el caso de la mujer. Como decía al principio, esto se está
viendo cada día más en la cotidianidad, ya que la ciencia cada vez crese más y más y nos da la oportunidad de hacer
cosas increíbles en nuestros cuerpos, tanto así que nos da la oportunidad de
cambiar de hombre a mujer y viceversa, y aquí entra una pregunta simple y
sencilla:
¿Por qué la sociedad debe
aceptar el cambio de género de hombre y mujeres si la ciencia lo permite?
La sociedad opina que la transexualidad es una enfermedad no
normal, para la sociedad ser normal sería ser heterosexual, pero para mí normal
es que al menos nos atraiga alguien, aunque hay personas que toda su vida se la
han pasado solos, y eso lo respeto, pero en algún momento les ha llamado la
atención alguna persona, algo que debería considerarse una enfermedad sería estar con más de una persona a la vez,
si fuese así, ya sería una epidemia mundial, pero no es así, es considerado una
“falta de fuerza de voluntad”. La transexualidad es un derecho existencial, es el
derecho a la libre expresión, cada persona es dueño de sí mismo, de su cuerpo,
la sociedad cree poder mandar en el cuerpo de todos cada uno de las personas que la conforman.
Además es importante señalar que, los transexuales
son sumamente desdichados en el sexo que se les ha asignado, las personas
transexuales a lo largo de los años han sido invisibilizados y se les encajona
dentro del grupo de los homosexuales, travestís o lesbianas, muchos
transexuales han sufrido una profunda marginación, sobre todo por parte de la
comunidad Homosexual, Bisexual y Lésbica. Su proceso de salir del armario es
semejante al de homosexuales, lesbianas y bisexuales, y pueden traer la pérdida
del apoyo de la familia, amistades y el empleo.
La discriminación contra los transexuales es
extrema, incluso mayor para las mujeres transexuales por querer pertenecer a un
grupo que la sociedad históricamente ha discriminado.El camino de los
transexuales resulta largo, difícil y tortuoso, pues ninguna sociedad todavía está
preparada para integrarles en su seno, sin traumas. Antes de la operación, muchos
transexuales se odian a sí mismos, viven constantemente con la sensación de
estar atrapados en un cuerpo que no es el suyo. Los que deciden cambiarse de
sexo han de luchar contra una falta de comprensión generalizada.
Un ejemplo concreto seria
Amanda Lepore, la cual es una modelo e ícono transexual estadounidense, fue la
imagen publicitaria para varias marcas
de ropa, y la musa del fotógrafo David LaChapolle, actuó en la película Party
Monster.
Otro caso concreto de
transexualidad es el caso de Thomas Beatie, “el primer hombre en embarazo”
mantuvo sus órganos reproductivos femeninos al convertiste legalmente en
hombre, ya que su esposa no podía tener bebes, el decidió tenerlo, esto no fue
muy bien visto en la sociedad, ya que muchos no se podían imaginar a una mujer
convertida en hombre, y mucho menos que este quedara embarazado, esto fue
polémica durante todo su embarazo, y aun lo sigue siendo, pues aunque pase
muchos años este es y será “el primer hombre embarazado”.
Los transexuales, antes
de los tratamientos son actores en la vida real, viven actuando un papel que no
les corresponde, para el cual no están preparados, ya que ellos sienten estar
en un cuerpo ajeno, un cuerpo no propio de si, ellos tienen que aprender sus
líneas y actuar su parte, palabras y conductas que están ajenas a su naturaleza,
les son forzadas en razón a su apariencia física.
Casualmente, como todo
actor que mantiene un rol en una actuación de larga trayectoria, ellos aprenden
a manejar su papel. Aprenden a recitar las líneas, seguir las direcciones del
escenario, y ser hombres o mujeres muy convincentes sin necesidad de tener ni
que pensar en ello; el problema está en cuando dejan el escenario, cuando se
quedan solos consigo mismos, y saben que ese papel no es el indicado para sí
mismos. Ellos saben quiénes son en realidad. No desean otra cosa que ser ellos
mismos, pero no se pueden quitar los vestuarios y disfraces y llevar una vida
normal, ya que los disfraces son en realidad sus propios cuerpos; ese papel
muchos lo viven hasta la muerte, pues no todos tienen la posibilidad de los
tratamientos, aquellos afortunados que pudieron dejar ese “disfraz”, dicen
sentirse en un cuerpo propio, se sienten felices de poder estar con ellos
mismos.
Antes de los
tratamientos, estando solos se sentían con un extraño el lado, el cual desconocen,
y no quieren tenerlo cerca, pero no lo pueden evitar, pues ese extraño es el
cuerpo mismo.
Los transexuales son
sometidos a un tratamiento psicológico, antes de la reasignación de sexo, no
para convencerlos de abandonar la idea de estar en otro cuerpo, sino para que
estén seguros de lo que piensan hacer. Un travesti mal aconsejado, quien es
normalmente feliz con el rol del sexo asignado, pero que tiene la obligación de
sentirse en el rol de otro sexo, puede ser muy infeliz con la reasignación de
sexo permanente, ya que después de la reasignado de género, no se puede
revertir; siendo el caso de la mujer pasando a hombre, dejando el tratamiento
de testosterona por un tiempo o para siempre, ya no vuele a ser la misma, pues
no todo la testosterona se pierde.
Cada quien debería ser dueño de sus propias decisiones, ni
la sociedad ni el estado puede mandar en las convicciones de las personas, cada
quien decide que hacer con su vida y salud, lo substancial es que no se conciba
daño a él ni le conciba daño a los demás. Un transexual no es una mala persona,
como piensan muchos transfobicos, desde mi punto de vista y de muchos
transexuales, un transexual, es una persona atrapado en un cuerpo que no les
pertenece.
Las personas transexuales, hoy en día, se encuentran en una
situación que queda muy bien definida por lo que, en su día, dijo Yliana
Sánchez: “El verdadero problema del transexual, hoy, no es que esté atrapado en
un cuerpo equivocado. El verdadero problema del transexual, hoy, es que está
atrapado en una mentalidad social equivocada”.
Si la decisión de reasignarse de sexo es consistente,
debería ser respetada. El transexual, como es lógico, busca métodos con
los que mejorar su vida y solucionar en medida de lo posible la cantidad
de problemas que le ocasiona este conflicto. La reasignación de sexo permite a
los pacientes ser ellos mismos viviendo en el rol de género que se corresponde
con su identidad sexual.
Cuando uno conoce a un transexual, está conociendo a la
persona que sabe cómo amarse, sabe cómo valorarse y como resultado, sabe cómo
amar y valorar a otros. ¿Cuántas personas “normales” pueden demostrar esta
distinción?
Y ya para
acabar, me gustaría hacer un último llamado de atención a esto: los
transexuales que desgraciadamente no tienen acceso a la operación, por diversas
razones, no deberían ser consideradas menos mujeres o menos hombres; esto
debería ser una lucha colectiva en la cual todas y todos colaboremos en el
rompimiento de los estereotipos y a la vez ayudar a la conciencia social, es un
reto el crear espacios de discusión más profunda con relación a este tema,
dentro de la comunidad Homosexual, Bisexual, Lesbiana y dentro de nuestra
población Transexual.
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