Por Victoria Carvajal
¿El surgimiento de la bioética como una necesidad o como una
barrera a la investigación científica?
Una definición precisa sobre bioética puede resultar confusa
debido a la gran ambigüedad que se le ha atribuido a ésta con el cambio de cada
época; es decir, la bioética se ha
catalogado más como una utopía que como una ciencia y aunque por
definición de raíces, esta palabra se define como la relación existente entre
la biología y la ética se ha tomado como una rama en desarrollo de la ética
humana, donde se hace referencia al
intercepto entre el amor, el pensamiento y el trabajo, siendo el primero en
este caso la representación de la evaluación, proyección del respeto y el valor
a la vida, el segundo como las ideas presentes en cada cultura y sus
tradiciones y el trabajo como las investigaciones, requerimientos y experimentos
científicos.
En este orden de ideas el
significado de bioética al pretender incluir la moralidad dentro de la ciencia,
es decir garantizar la defensa de la vida al establecer pautas en los
procedimientos científicos y la metodología experimental de las investigaciones
en general se ha argumentado principalmente en la ética al tomarse como una
condición o ramificación propia de ella;
siendo esta última la representación de la conducta y la moralidad humana basada en patrones culturales, sociales y
afectivos centrada en la defensa de la vida y
la naturaleza en sus condiciones innatas. Lo que resulta ser una contraposición a las
facultades científicas; ya que éstas últimas pretenden a través de la
investigación determinar las especificaciones y cambios que pueden ser generados en el
medio, y la vida misma para potenciar y mejorar su calidad; por consiguiente al
intentar correlacionar estas dos disciplinas la ética y la ciencia, se ha fundamentado
una utopía interdisciplinaria de equilibrio y contraste inconstante, denominada bioética; es decir ambas
disciplinas mantienen principios, objetivos e ideales que difieren el uno del
otro pues una defiende el comportamiento humano natural, en otras palabras
desde el propio origen humano y en pro
de cambio pero no los impregnados por la ciencia ya que serían modificaciones
obligadas o artificiales; mientras la otra por su parte defiende el sentido
experimental e investigativo en pro de la
transformación; lo que ha invalidado la constitución de un punto medio referente que permita una interacción
constante entre ambas. Así la ética implica referir a la moralidad y ésta a su
vez a la clasificación entre lo bueno y lo malo mientras la ciencia define lo probable
y lo no demostrable, es decir, como lo afirmó en alguna ocasión el editor
Alberto Valencia Gutiérrez, de la
revista filosófica, biológica y política el aquelarre, “vivir en referencia a
lo posible seria entonces la condición fundadora de la ética”, ya que la de la
ciencia se encuentra facultada en lo demostrable.
Así mismo cabria traer a colación una frase específica acerca de esta relación
utópica existente “la utopía entonces,
no es otra cosa; que una versión particular de la ética entendida como
condición universal del comportamiento humano. Ésta más que un género literario
particular propio de una época, hace referencia a una característica de la
condición humana y en tal sentido tiene un carácter universal”¹. De esta manera
se permite definir a la bioética en su devenir evolutivo como la defensa de los
más débiles e inadaptados, es decir, yendo contra las leyes de la selección
natural, lo que permite establecer que la divergencia aumentativa entre
biología y ética sólo se podrá concluir cuando la evolución sea dirigida racionalmente
por medio de las técnicas de manipulación genética.
El origen de la bioética se le atribuye al bioquímico
norteamericano Van Rensselaer Potter durante los años 70 al
sustentar que:
“La humanidad tiene la necesidad urgente de una nueva sabiduría para la
supervivencia del hombre y para el
mejoramiento de la calidad de vida. Este
concepto de la sabiduría como una guía para la acción podría ser llamado “la
ciencia de la supervivencia”, seguramente el prerrequisito para el mejoramiento
de la calidad de vida. La ciencia de la supervivencia debe ser construida sobre
la ciencia de la biología, ampliada más allá de sus fronteras tradicionales
para incluir los elementos más esenciales de las ciencias sociales y
humanidades. Una ciencia de la supervivencia debe ser más que una ciencia sola,
y por consiguiente se propone el término “ bioética” para poder enfatizar los
dos más importantes componentes para lograr la nueva sabiduría: conocimiento
biológico y valores humanos.”²
Basándose en los dos principios de eticidad humana, la
inviolabilidad y la universalidad, los cuales definen; el primero que
todos los humanos son fines en sí mismos y deben ser tratados como tales
y el segundo, afirma que todos los seres humanos merecen igual consideración y
respeto, esto más las dos normas de
moralidad humana; la no maleficencia, consistente en el no hacer mal a un
humano en bien físico ni biológico y la justicia; donde debe primar la igualdad
en la distribución de bienes a menos que una desigualdad sea un beneficio
general. Potter definió los principios
elementales de la ciencia de la
supervivencia o la bioética como ideales
explicativos, o sea un sistema de referencia basado en la explicación racional
posible o verificación y los esbozos racionales, es decir, la creación mental
de un fenómeno material o la suposición. Por tanto, a través de los ideales y
los esbozos era posible la formulación de una tesis y por ende de una postura
definida frente al tema en cuestión. De esta manera Potter logró demostrar como
la razón explicativa no era la constitución del todo ni mucho menos su
explicación.
Especificando
entonces estos compendios, se tienen dos niveles, el primero de jerarquía
superior ya que no dependen de la voluntad del individuo sino de factores
externos que influyen en la consideración de una decisión, entre estos se
encuentran la justicia y la no-maleficiencia, los cuales se centran en la
equidad y respeto al trato humano y en el segundo nivel, donde la ética y la
moralidad son los elementos principales ya que dependen del propio sistema de
valores y se encuentran la beneficiencia y la autonomía, que radican en
la realización de actos con conocimiento de causa.
Partiendo de estos principios se llegó a la conclusión de
que éstos no eran suficientes para promover el funcionamiento ético-biológico
del ser humano; por consiguiente se estableció a la biotecnología como un
patrón base para reconciliar las posibilidades entre selección natural y
elección ética. Así, se formularon las barreras biológicas (utilización de
bacterias y vectores débiles capaces de sobrevivir fuera del laboratorio) y
físicas (medios tecnológicos para impedir la difusión de gérmenes) en el
proceso de experimentación; clasificándolos por niveles de riesgo, para las
barreras biológicas se establecieron parámetros de precauciones en los
laboratorios como la utilización de máscaras y cubículos cerrados para los
organismos patógenos; y para las
barreras físicas se estipuló una clasificación de los elementos implementados
dentro de los laboratorios según el tipo de experimento, esto es, la separación
de cubículos teniendo en cuenta si el organismo a experimentar era eucariote,
procariote o algún tipo de virus. De igual manera, se prohibieron ciertas
experimentaciones tales como la
combinación de ADN recombinante con
agentes patógenos o virus tumorales. Esta clasificación desató mayores
divergencias en el entorno científico ya que las opiniones se dividieron debido
a que aquellos que estaban en desacuerdo con
estas clasificaciones defendían la idea de una ciencia libre e
ilimitada, considerando que este tipo de restricción sería exagerado, por tanto, un limitante y un retroceso para la
ciencia y sus descubrimientos; mientras los que manifestaban estar de acuerdo se proyectaban bajo la racionalidad ética; tal como expuso el bioquímico
Toulmin en uno de sus artículos sobre
bioética “ los problemas más conceptuales de la ciencia provienen de la
comparación no de proposiciones con observaciones sino de ideas con la
experiencia.
Nuestras presentes facultades explicativas deben ser juzgadas a la
luz de ambiciones y los ideales intelectuales relevantes. Y no se puede definir
apropiadamente la naturaleza de los problemas científicos sin considerar también
el carácter de esos ideales.”³ El hecho de que la bioética surgiera se debió a
la proyección de los ideales morales a través de la mayor alerta presentada por
un equipo de biólogos moleculares, entre los que se encontraba el bioquímico Robert
pollak quien se mostró inquieto y perturbado al descubrir que se
pretendía experimentar con los cromosomas
de un virus tumoral al cual denominaron virus simio sv 40, este virus era un
patógeno animal que pretendía ser inyectado en el intestino humano con el fin
de determinar la existencia de las bacterias intestinales (E. coli)y su
extinción mediante la implementación de
otros virus. A causa de esto se llevaron a cabo una serie de conferencias
para los biólogos y todos los científicos en general que estuvieran
investigando y tratando la recombinación de ADN por medio de virus; estas reuniones
se efectuaron con el propósito de
analizar los riesgos biológicos y los derivados de la utilización de virus
animales en el organismo humano. Como consecuencia de éstas conferencias
empezaron a surgir los hoy conocidos institutos de bioética y biotecnología
como el national institute of health.
No obstante, la creación de este nuevo sistema bioético
conformado, restringió en su totalidad la elaboración o practica de ADN
recombinante con virus y genes animales, cortando la posibilidad de descubrir
nuevos métodos que permitían indagar en los genes de los mamíferos y los
humanos; instaurando un retroceso hoy notable en el campo de la ciencia en
cuanto a bacterias y virus tumorales como el cáncer en el organismo humano.
Por tales razones, la manipulación genética ha sido un tema
controversial desde que se dió inicio a la experimentación con genes y aún hoy lo continua siendo; sin embargo, se podría
afirmar que no es el único tema de tal índole pues en cuanto a relación ética-biológica
se refiere, se debe incluir cada tema que ha sido parte de una investigación;
esto es, cada época se ha caracterizado por un ítem en especial, así por
ejemplo, los años 70 se centraron en la introducción del cromosoma de virus
tumorales en el intestino humano para contrarrestar la bacteria intestinal E.
coli. Los 80 se centraron en la ingeniería genética, (manipulación genética de
mamíferos y humanos, reproducción asistida y
la biotecnología), o sea el
intentar perfeccionar el sistema inmunológico humano para que fuese capaz de
refractar las enfermedades. La biotecnología durante esta década se potenció y
arraigó fuertemente a la ciencia por sus técnicas y productos como fueron y aún
son los diagnósticos (anticuerpos
inyectables hacia las células), terapéuticos (fármacos hormonales como la
insulina) y preventivos (vacunas). Durante estos periodos la bioética solo permitió
la experimentación a través de anfibios, peces e invertebrados por lo que la
ciencia tardó más tiempo en conocer el desarrollo de organismos bacteriófagos y
su producción.
Por otra parte, los 90 se concentraron en los mamíferos
transgénicos incluyendo al hombre con la idea de la posibilidad de cambiar la
composición de los animales de consumo introduciendo enzimas en los genes de
estos y en los humanos transgénicos como
caso particular mantuvieron el objetivo de lograr la corrección de los defectos celulares para mejorar el
rendimiento del cuerpo además de permitirse conocer el mapa genético humano; es
decir todo su sistema y funcionamiento genético.
A causa de estas sublimes ideas para los descubrimientos de
la ciencia pero absurdas para las apreciaciones éticas, se limitaron varios
métodos como la utilización de embriones y fetos humanos con fines
investigativos, la implantación de embriones en el útero, la clonación, la
fusión de gametos humanos con otras especies, los embriones con espermas
diferentes, la ectogenesis, entre otros derivados de los ya mencionados.
Todo esto dando paso a la creación y consolidación de
comisiones multidisciplinarias encargadas de controlar las técnicas y
autorizaciones para cualquier tipo de procedimiento, dándole mayor restricción a las de clase embriológica
y de manipulación genética.
Si bien es cierto, la bioética es una herramienta necesaria
para el ciudadano en la lucha de la defensa por la vida; pues a través de la
historia es posible evidenciar como por la conversión de la tecnociencia y los
proyectos experimentales como han sido los cambio genéticos, se han dado
apertura a guerras, pauperismos y hambrunas inoficiosas en la humanidad. Lo que
nos conduce a concluir como la potenciación del diálogo entre el bios y el ethos es el instrumento que se debe consolidar para
lograr una investigación humana y responsable frente a cada nueva búsqueda. la
ciencia de la supervivencia como solía nombrarla Potter, es el establecimiento
de ese puente esencial entre los saberes científicos en torno a la vida y los
saberes humanísticos en la ética; es decir, ese punto medio donde se delimitan
los extremos después de haber analizado las causas y consecuencias de las dimensiones investigativas trazadas, esa
representación de que quizás el fin no justifica los medios porque se piensa
como globalización y no se está centrado en los intereses particulares, porque
se es consecuente, objetivo y porque el deber moral prima en la realización de
la propia personalidad que interviene en la realización de los ideales y
procedimientos disciplinarios propuestos para la evolución.
En el camino de la evolución, la ética y la biología se han
propuesto un consenso básico por base de principios entre estos; puesto que
existen ideales compartidos entre ambos como el carácter de autonomía, es
decir, la proyección de los argumentos que permiten el desarrollo equitativo
colectivo. Esto es lo que ha permitido las excepciones en las leyes pero no su
cambio total ya que hay circunstancias o condiciones en las que la moralidad
cambia como es evidente en el caso del aborto y las aplicaciones de la ley
según las causas. De esta manera, se toma el concepto del derecho a la libertad
de conciencia y el respeto a las creencias personales como uno de los
principios o ideales compartidos.
La bioética ha sido una creación típicamente pragmática y
filosófica, al integrar los principios de autonomía, beneficencia y justicia
como muestra de una actuación prudencial en lo concerniente a los parámetros de
investigación y experimentación; para mantener la racionalidad humana entre lo
moral y lo físico, fundamentándose en la metodología sin pretender
estandarizarse como un limitante al conservar su ideal de incertidumbre y
flexibilidad y al mismo tiempo siendo concluyente al no fragmentar los
principios de la vida que son inherentes a la compresión humana y a la
evolución de los conceptos netamente científicos.
De esta manera, la razón explicativa no lo es todo, ni
tampoco lo más importante pero si es el constituyente para mantener un
equilibrio preciso entre el bios y el ethos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario