domingo, 3 de marzo de 2013

Bioética



Por Victoria Carvajal

¿El surgimiento de la bioética como una necesidad o como una barrera a la investigación científica?

Una definición precisa sobre bioética puede resultar confusa debido a la gran ambigüedad que se le ha atribuido a ésta con el cambio de cada época; es decir, la bioética se ha  catalogado más como una utopía que como una ciencia y aunque por definición de raíces, esta palabra se define como la relación existente entre la biología y la ética se ha tomado como una rama en desarrollo de la ética humana, donde se hace referencia   al intercepto entre el amor, el pensamiento y el trabajo, siendo el primero en este caso la representación de la evaluación, proyección del respeto y el valor a la vida, el segundo como las ideas presentes en cada cultura y sus tradiciones  y el trabajo como  las investigaciones, requerimientos y experimentos científicos.                                                               

En este orden de ideas el significado de bioética al pretender incluir la moralidad dentro de la ciencia, es decir garantizar la defensa de la vida al establecer pautas en los procedimientos científicos y la metodología experimental de las investigaciones en general se ha argumentado principalmente en la ética al tomarse como una condición o ramificación  propia de ella; siendo esta última la representación de la conducta y la moralidad humana  basada en patrones culturales, sociales y afectivos centrada en la defensa de la vida y  la naturaleza  en sus condiciones innatas.  Lo que resulta ser una contraposición a las facultades científicas; ya que éstas últimas pretenden a través de la investigación determinar las especificaciones  y cambios que pueden ser generados en el medio, y la vida misma para potenciar y mejorar su calidad; por consiguiente al intentar correlacionar estas dos disciplinas la ética y la ciencia, se ha fundamentado una utopía interdisciplinaria de equilibrio y contraste inconstante,  denominada bioética; es decir ambas disciplinas mantienen principios, objetivos e ideales que difieren el uno del otro pues una defiende el comportamiento humano natural, en otras palabras desde el propio origen humano  y en pro de cambio pero no los impregnados por la ciencia ya que serían modificaciones obligadas o artificiales; mientras la otra por su parte defiende el sentido experimental e investigativo  en pro de la transformación; lo que ha invalidado la  constitución de  un punto medio referente que permita una interacción constante entre ambas. Así la ética implica referir a la moralidad y ésta a su vez a la clasificación entre lo bueno y lo malo mientras la ciencia define lo probable y lo no demostrable, es decir, como lo afirmó en alguna ocasión el editor Alberto Valencia Gutiérrez,  de la revista filosófica, biológica y política el aquelarre, “vivir en referencia a lo posible seria entonces la condición fundadora de la ética”, ya que la de la ciencia se encuentra facultada en lo demostrable.

Así mismo cabria traer a colación  una frase específica acerca de esta relación utópica existente  “la utopía entonces, no es otra cosa; que una versión particular de la ética entendida como condición universal del comportamiento humano. Ésta más que un género literario particular propio de una época, hace referencia a una característica de la condición humana y en tal sentido tiene un carácter universal”¹. De esta manera se permite definir a la bioética en su devenir evolutivo como la defensa de los más débiles e inadaptados, es decir, yendo contra las leyes de la selección natural, lo que permite establecer que la divergencia aumentativa entre biología y ética sólo se podrá concluir cuando la evolución sea dirigida racionalmente por medio de las técnicas de manipulación genética.
El origen de la bioética se le atribuye al bioquímico norteamericano Van Rensselaer Potter durante los años 70 al sustentar que:
“La humanidad tiene la necesidad urgente de una nueva sabiduría para la supervivencia del hombre  y para el mejoramiento  de la calidad de vida. Este concepto de la sabiduría como una guía para la acción podría ser llamado “la ciencia de la supervivencia”, seguramente el prerrequisito para el mejoramiento de la calidad de vida. La ciencia de la supervivencia debe ser construida sobre la ciencia de la biología, ampliada más allá de sus fronteras tradicionales para incluir los elementos más esenciales de las ciencias sociales y humanidades. Una ciencia de la supervivencia debe ser más que una ciencia sola, y por consiguiente se propone el término “ bioética” para poder enfatizar los dos más importantes componentes para lograr la nueva sabiduría: conocimiento biológico y valores humanos.”²

Basándose en los dos principios de eticidad humana, la inviolabilidad y la universalidad, los cuales definen;  el  primero que  todos los humanos son fines en sí mismos y deben ser tratados como tales y el segundo, afirma que todos los seres humanos merecen igual consideración y respeto, esto más  las dos normas de moralidad humana; la no maleficencia, consistente en el no hacer mal a un humano en bien físico ni biológico y la justicia; donde debe primar la igualdad en la distribución de bienes a menos que una desigualdad sea un beneficio general. Potter definió los  principios elementales de la  ciencia de la supervivencia o la bioética  como ideales explicativos, o sea un sistema de referencia basado en la explicación racional posible o verificación y los esbozos racionales, es decir, la creación mental de un fenómeno material o la suposición. Por tanto, a través de los ideales y los esbozos era posible la formulación de una tesis y por ende de una postura definida frente al tema en cuestión. De esta manera Potter logró demostrar como la razón explicativa no era la constitución del todo ni mucho menos su explicación.

 Especificando entonces estos compendios, se tienen dos niveles, el primero de jerarquía superior ya que no dependen de la voluntad del individuo sino de factores externos que influyen en la consideración de una decisión, entre estos se encuentran la justicia y la no-maleficiencia, los cuales se centran en la equidad y respeto al trato humano y en el segundo nivel, donde la ética y la moralidad son los elementos principales ya que dependen del propio sistema de valores y se encuentran la   beneficiencia y la autonomía, que radican en la realización de actos con conocimiento de causa.

Partiendo de estos principios se llegó a la conclusión de que éstos no eran suficientes para promover el funcionamiento ético-biológico del ser humano; por consiguiente se estableció a la biotecnología como un patrón base para reconciliar las posibilidades entre selección natural y elección ética. Así, se formularon las barreras biológicas (utilización de bacterias y vectores débiles capaces de sobrevivir fuera del laboratorio) y físicas (medios tecnológicos para impedir la difusión de gérmenes) en el proceso de experimentación; clasificándolos por niveles de riesgo, para las barreras biológicas se establecieron parámetros de precauciones en los laboratorios como la utilización de máscaras y cubículos cerrados para los organismos patógenos;  y para las barreras físicas se estipuló una clasificación de los elementos implementados dentro de los laboratorios según el tipo de experimento, esto es, la separación de cubículos teniendo en cuenta si el organismo a experimentar era eucariote, procariote o algún tipo de virus. De igual manera, se prohibieron ciertas experimentaciones  tales como la combinación de ADN  recombinante con agentes patógenos o virus tumorales. Esta clasificación desató mayores divergencias en el entorno científico ya que las opiniones se dividieron debido a que aquellos que estaban en desacuerdo con  estas clasificaciones defendían la idea de una ciencia libre e ilimitada, considerando que este tipo de restricción sería exagerado, por  tanto, un limitante y un retroceso para la ciencia y sus descubrimientos; mientras los que  manifestaban estar de  acuerdo se proyectaban bajo la  racionalidad ética; tal como expuso el bioquímico  Toulmin en uno de sus artículos sobre bioética “ los problemas más conceptuales de la ciencia provienen de la comparación no de proposiciones con observaciones sino de ideas con la experiencia. 

Nuestras presentes facultades explicativas deben ser juzgadas a la luz de ambiciones y los ideales intelectuales relevantes. Y no se puede definir apropiadamente la naturaleza de los problemas científicos sin considerar también el carácter de esos ideales.”³ El hecho de que la bioética surgiera se debió a la proyección de los ideales morales a través de la mayor alerta presentada por un equipo de biólogos moleculares, entre los que se encontraba el bioquímico Robert pollak quien se mostró inquieto y perturbado al descubrir  que se  pretendía experimentar con  los cromosomas de un virus tumoral al cual denominaron virus simio sv 40, este virus era un patógeno animal que pretendía ser inyectado en el intestino humano con el fin de determinar la existencia de las bacterias intestinales (E. coli)y su extinción mediante la implementación de  otros virus. A causa de esto se llevaron a cabo una serie de conferencias para los biólogos y todos los científicos en general que estuvieran investigando y tratando la recombinación de ADN por medio de virus; estas reuniones  se efectuaron con el propósito de analizar los riesgos biológicos y los derivados de la utilización de virus animales en el organismo humano. Como consecuencia de éstas conferencias empezaron a surgir los hoy conocidos institutos de bioética y biotecnología como el national institute of health.

No obstante, la creación de este nuevo sistema bioético conformado, restringió en su totalidad la elaboración o practica de ADN recombinante con virus y genes animales, cortando la posibilidad de descubrir nuevos métodos que permitían indagar en los genes de los mamíferos y los humanos; instaurando un retroceso hoy notable en el campo de la ciencia en cuanto a bacterias y virus tumorales como el cáncer en el organismo humano.
Por tales razones, la manipulación genética ha sido un tema controversial desde que se dió inicio a la experimentación con genes y aún hoy  lo continua siendo; sin embargo, se podría afirmar que no es el único tema de tal índole pues en cuanto a relación ética-biológica se refiere, se debe incluir cada tema que ha sido parte de una investigación; esto es, cada época se ha caracterizado por un ítem en especial, así por ejemplo, los años 70 se centraron en la introducción del cromosoma de virus tumorales en el intestino humano para contrarrestar la bacteria intestinal E. coli. Los 80 se centraron en la ingeniería genética, (manipulación genética de mamíferos y humanos, reproducción asistida y  la biotecnología),  o sea el intentar perfeccionar el sistema inmunológico humano para que fuese capaz de refractar las enfermedades. La biotecnología durante esta década se potenció y arraigó fuertemente a la ciencia por sus técnicas y productos como fueron y aún son los  diagnósticos (anticuerpos inyectables hacia las células), terapéuticos (fármacos hormonales como la insulina) y preventivos (vacunas). Durante estos periodos la bioética solo permitió la experimentación a través de anfibios, peces e invertebrados por lo que la ciencia tardó más tiempo en conocer el desarrollo de organismos bacteriófagos y su producción.
Por otra parte, los 90 se concentraron en los mamíferos transgénicos incluyendo al hombre con la idea de la posibilidad de cambiar la composición de los animales de consumo introduciendo enzimas en los genes de estos  y en los humanos transgénicos como caso particular mantuvieron el objetivo de lograr la corrección de  los defectos celulares para mejorar el rendimiento del cuerpo además de permitirse conocer el mapa genético humano; es decir todo su sistema y funcionamiento genético.

A causa de estas sublimes ideas para los descubrimientos de la ciencia pero absurdas para las apreciaciones éticas, se limitaron varios métodos como la utilización de embriones y fetos humanos con fines investigativos, la implantación de embriones en el útero, la clonación, la fusión de gametos humanos con otras especies, los embriones con espermas diferentes, la ectogenesis, entre otros derivados de los ya mencionados.
Todo esto dando paso a la creación y consolidación de comisiones multidisciplinarias encargadas de controlar las técnicas y autorizaciones para cualquier tipo de procedimiento, dándole  mayor restricción a las de clase embriológica y de manipulación genética.
Si bien es cierto, la bioética es una herramienta necesaria para el ciudadano en la lucha de la defensa por la vida; pues a través de la historia es posible evidenciar como por la conversión de la tecnociencia y los proyectos experimentales como han sido los cambio genéticos, se han dado apertura a guerras, pauperismos y hambrunas inoficiosas en la humanidad. Lo que nos conduce a concluir como la potenciación del diálogo entre el bios y el ethos  es el instrumento que se debe consolidar para lograr una investigación humana y responsable frente a cada nueva búsqueda. la ciencia de la supervivencia como solía nombrarla Potter, es el establecimiento de ese puente esencial entre los saberes científicos en torno a la vida y los saberes humanísticos en la ética; es decir, ese punto medio donde se delimitan los extremos después de haber analizado las causas y consecuencias de las  dimensiones investigativas trazadas, esa representación de que quizás el fin no justifica los medios porque se piensa como globalización y no se está centrado en los intereses particulares, porque se es consecuente, objetivo y porque el deber moral prima en la realización de la propia personalidad que interviene en la realización de los ideales y procedimientos disciplinarios propuestos para la evolución.
En el camino de la evolución, la ética y la biología se han propuesto un consenso básico por base de principios entre estos; puesto que existen ideales compartidos entre ambos como el carácter de autonomía, es decir, la proyección de los argumentos que permiten el desarrollo equitativo colectivo. Esto es lo que ha permitido las excepciones en las leyes pero no su cambio total ya que hay circunstancias o condiciones en las que la moralidad cambia como es evidente en el caso del aborto y las aplicaciones de la ley según las causas. De esta manera, se toma el concepto del derecho a la libertad de conciencia y el respeto a las creencias personales como uno de los principios o ideales compartidos.

La bioética ha sido una creación típicamente pragmática y filosófica, al integrar los principios de autonomía, beneficencia y justicia como muestra de una actuación prudencial en lo concerniente a los parámetros de investigación y experimentación; para mantener la racionalidad humana entre lo moral y lo físico, fundamentándose en la metodología sin pretender estandarizarse como un limitante al conservar su ideal de incertidumbre y flexibilidad y al mismo tiempo siendo concluyente al no fragmentar los principios de la vida que son inherentes a la compresión humana y a la evolución de los conceptos netamente científicos.
De esta manera, la razón explicativa no lo es todo, ni tampoco lo más importante pero si es el constituyente para mantener un equilibrio preciso entre el bios y el ethos.

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